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Los artículos sobre el debate catalán

La multitudinaria marcha de la Diada el 11 de septiembre de 2012 y la consiguiente apuesta soberanista del presidente de la Generalitat han dado paso a un profundo debate. El País lo inició ya tres meses antes, el 5 de junio, con el artículo del abogado José María Ruiz Soroa, que bajo el significativo título de Romper el tabú, planteaba que la mejor manera de enfrentarse a un desafío secesionista es aceptar su planteamiento y estar dispuesto a poner la nación a votación, aunque alertaba de que si la secesión fuera una posibilidad reglada, los nacionalistas se tentarían la ropa antes de apelar a ella.
También antes de la Diada, este periódico publicaba los artículos del sociólogo José Luis Álvarez, La lucha final de la burguesía catalanay de la jurista y diputada socialista en el Parlament Laia Bonet, La encrucijada del socialismo catalán. Álvarez criticaba a CiU por haber conseguido imponer durante décadas el conflicto nacional con España al conflicto social interno, mientras que Bonet huía de los reproches pidiendo diálogo para abordar los retos con menos pasión nacional y más pasión democrática.
Al día siguiente de la multitudinaria marcha que reclamaba una Cataluña independiente en Europa, el catedrático de Literatura Española en la Universidad de Barcelona Jordi Gracia firmaba el artículo Racionalidad y burbujas. Gracia rechazaba en él la secesión y proponía el federalismo, menos traumático, decía, y mucho más fecundo y razonable. Un sendero similar marcaba el escrito del editor Andreu Jaume, que en La gran estafa criticaba la conversión al nacionalismo de los socialistas catalanes y criticaba en conjunto a Cataluña por sublimar los problemas mediante un enfrentamiento con el Estado español.
Un punto de vista bien diferente exponía días más tarde el director del Institut de Teatre de Barcelona y exmilitante del PSC Jordi Font. En su artículo ¿Qué ocurre con Cataluña?Font recriminaba a España no haber atendido nunca de forma democrática las demandas catalanas y aseguraba que Cataluña está escandalizada por ver cómo se han rebasado todos los límites contra su voluntad democrática en el terreno político, judicial, mediático, comercial… y hasta deportivo.  Dos días más tarde, el periodista de El País Patxo Unzueta pedía moderación en otro texto, Pacto sin concierto, para bajar la fiebre, de cara a la inminente reunión de Mariano Rajoy con Artur Mas en La Moncloa. Unzueta se mostraba partidario de evitar decisiones precipitadas que sean irreversibles y planteaba el problema del reparto fiscal entre territorios ricos y pobres.
El dirigente del Partido Popular Gabriel Elorriaga también se centraba en el desencuentro económico que plantea Mas y afirmaba al día siguiente en El pacto fiscal como excusa que no resulta legítimo hacer una enmienda a la totalidad de un sistema de financiación que ha sido voluntariamente aceptado por quienes han tenido la responsabilidad de dirigir la Generalitat. El que fuera alcalde de San Sebastián por el PSOE, Odón Elorza, elevaba el debate catalán para hablar más en genérico sobre el independentismo, del que decía en Límites y garantías de un proceso independentista, que no podía ser tratado por más tiempo como un tabú en una sociedad madura, aunque alertaba de que la independencia de Euskadi le parece innecesaria e insolidaria.
Tenemos un problema es el título del artículo que publicó después Joan Maria Thomas, profesor de la Universidad Rovira i Virgili. Thomas, para el que la respuesta puede ser tanto la independencia total como el federalismo, cree que para buena parte de la población catalana la autonomía ya no es solución, sino motivo de frustración. El presidente de El País y de la Comisión Ejecutiva de PRISA, Juan Luis Cebrián, pedía un pacto de Estado en Escolta, Catalunya para afrontar las tres crisis que padecemos: la económica, la institucional de España y la de la construcción de Europa.
El llamamiento a la unidad realizado por el Rey Juan Carlos reanimó el debate. El profesor de Historia Contemporánea de España en la UNED Miguel Martorell analizó su papel en la polémica en el artículo ¿Un rey político?A este historiador le produjo gran preocupación la irrupción del Monarca en el debate y recordaba que en la historia reciente de España los reyes que tomaron partido causaron estragos. Ese mismo día, Ángel de la Fuente, investigador en el Instituto de Análisis Económico, CSIC, y Sevi Rodríguez Mora, profesor de Economía en la Universidad de Edimburgo, explicaban en Las cuentas de la lechera que la independencia no es la solución a todos los males de Cataluña y menos aún a los males económicos. La secesión, decía, comportaría un cierto ahorro fiscal, pero muy inferior al que anuncian sus entusiastas.
Otro periodista de El País, Xavier Vidal-Folch, centraba su reflexión en los términos económicos; especialmente en el reparto fiscal en La independencia no existe. Los Estados-nación soberanos están liquidados en Europa, decía Vidal-Folch, que admitía que el déficit fiscal catalán es excesivo, pero puntualizaba que no es un expolio y hay fórmulas a explorar para llegar a un acuerdo.
El escritor y diplomático José María Ridao, en Gigantomaquia nacional, reprochaba a Artur Mas plantear un asunto que no estaba en su programa electoral y le exigía asumir la obligación de hablar a los ciudadanos políticamente, no metafóricamente. Felix Ovejero, profesor de la Universidad de Barcelona, insistía en una línea similar pidiendo responsabilidad a Artur Mas. En Teoría y práctica de la independencia demandaba al presidente de la Generalitat detalles sobre su apuesta y una elecciones anticipadas con el programa independentista por bandera.
El que fue presidente de la Junta de Andalucía, el socialista Manuel Chaves, defendía el modelo federal en Cataluña: claridad y diálogo, pero aseguraba que quien más responsabilidad tienen en el desarrollo del debate son PP y CiU. El politólogo Antonio Elorza criticaba en Las vías de la autodeterminación el recurso permanente a la supuesta naturalidad de la secesión por parte del discurso independentista y criticaba el desprecio histórico de Cataluña hacia España.
Siguiendo el orden cronológico de publicación, el domingo 30 de septiembre El País publicó dos tribunas sobre el mismo asunto. El constitucionalista vasco Javier Tajadura firmaba En defensa del federalismo, donde proponía la senda federal para resolver los problemas actuales, mientras que el escritor Ignacio Vidal-Folch, en El peso (leve) de ser español, en un texto de corte literario aconsejaba seguir a los clásicos y ni adular a la masa ni ponerse al servicio del gobernante de turno.
Ya en el mes de octubre, el que fue presidente de la Comunidad de Madrid por el Partido Socialista, Joaquín Leguina, recordaba a los nacionalistas en su artículo La hora de la verdad que la Constitución es fruto de una voluntad común de convivencia y de un pacto político la complicidad de los grandes partidos y se quejaba de que los no nacionalistas sean tachados de centralistas y fascistas. El economista Ramón Marimón, en un baño de realismo, explicaba en La confusión de la independencia que Cataluña y Grecia comparten la voluntad emancipadora de tomar las riendas del propio destino, pero aconsejaba cultivar una fría racionalidad para ayudar a encontrar una solidaridad sin agravios en la adversidad de la crisis.
El miércoles 3 de octubre, el historiador José Álvarez Junco hacía en su artículo El sueño ilustrado y el Estado-nación un nuevo llamamiento a la moderación retomando la cultura del pacto generada en la Transición, evitando victimismos y angustias identitarias. Para Álvarez Junco, es responsabilidad de las élites políticas evitar el cultivo de las emociones primarias.